Las dos provincias extremeñas son bellísimas, tanto sus pueblos como las capitales, disfrutando Badajoz de la Alcazaba más grande de Europa y siendo Cáceres Patrimonio de la Humanidad, así que si una boda en Extremadura es una idea genial.
Ya sabéis que mi prioridad en una boda es la ceremonia, que el enlace tenga auténtico significado para vosotros y vuestros invitados, y esto puede propiciar que no siempre coincididan el lugar donde se oficie la misma y el de la celebracón. Es un lujo en un día tan especial poder disfrutar de dos enclaves distintos, que los sentidos, al igual que vosotros, gocen plenamente.
En Extremadura no os faltarán opciones.
Una ceremonia de boda en Cáceres capital es garantía de estar rodeados de historia y señorío. Elegir las vistas desde las muchas Casas Palacio, pudiendo llegar a vuestro enlace a pie, recorriendo calles empedradas, atravesando sus arcos, o subiendo escaleras centenarias, os hará sentir realmente como “los novios”.
En Badajoz, pronunciar el Sí quiero desde la azotea de alguna fortificación, o en los jardines de los palacetes musulmanes otorgará sentido a rituales como el enlazado de manos, o poemas que hablen de la similitud entre la simbiosis de dos corazones con la de las distintas culturas que han formado la ciudad.
Y si queréis contar con la naturaleza en vuesto enlace, zonas como las dehesas de Monfragüe, los Valle del Jerte y del Ambróz, la Sierra de Gata, pueblos como Llerena, Guadalupe, Zafra, Plasencia, Trujillo ofrecen paisajes rurales combinados con Hosterías, Palacetes, Paradores, Agroturismos que harán vibrar el alma y sentir una profunda conexión con el orden natural y todos sus elementos. Ritos matrimoniales con agua, plantación de semillas, conciencia de la respiración, resultarán totalmente orgánicos para el ceremonial.
Mientras, en Conventos como el de Alcántara, reconvertidos en esplendorosos hoteles que conservan ese aire místico, casi mágico, podréis experimentar que estáis aislados de todo, en vuestro propio santuario.
O imaginad, si os gusta el teatro, las artes escénicas, o la historia, casaros en Mérida, la capital de la región. Textos de autóres clásicos relativos a la unión, a los sueños, al compromiso, serán perfectos, o incluso una boda tematizada .
También, aportar detalles de la cultura tradicional al matrimonio le inculca un valor añadido, si sois unos enamorados de la zona.
Por ejemplo, las bodas de 3 días, que parecen un invento de los últimos tiempos donde los enlaces más chic van precedidos de la “preboda” donde las familias e invitados se reúnen para conocerse y comenzar las celebraciones y el dia post boda se organiza una actividad complementaria para que se siga disfrutando del enlace, realmente tienen su origen en las bodas más ancestrales, tipicamente extremeñas.
En los pueblos de la zona, antiguamente días antes de la boda se empezaban a fabricar dulces en casa de la familia de la novia, ya que el día previo al casorio acudían los invitados a traerles el “cumplido” que consistía en aceite, azúcar, harina, huevos, para hacer dulces, a la vez que la novia tenía que ofrecerlos. Si se traían demasiado “cumplidos” perecederos, era permitido venderlos en otros pueblos, para rentabilizarlos.
Durante esa visíta la novia exponía su ajuar, que en las épocas más antiguas incluía el colchón, para el cual se había tenido que ir guardando la lana de los esquilados durante meses.
Mientras tanto ese mismo día previo, el novio junto a los mozos del pueblo sacrificaba la res que se prepararía para el convite de boda.
Más tarde tanto los amigos del novio como las amigas de la novia, salían ataviados especialmente con el título de “avisadores” ya que se ocupaban de ir a invitar a la boda a aquellos designados por la pareja. Incluso se llegaba a invitar al pueblo entero, y en ese caso era un bando municipal, cantado por el pregonero el que lo anunciaba .
Y ya amigos y amigas juntos, acudían a cantar Las Alboradas a los futuros esposos, letras picantes e ingeniosas acompañadas del tambolilero, incluso iban a cantar a los padrinos y al cura. (No me importaría estar en una de esas bodas y que en mi rol de oficiante me canten a mí también, convirtiéndolo en una divertida roast battle de ocurrencias).
Y ya aquello se convertía en la fiesta preboda de nuestros tiempo, o una especie de despedida de solteros conjunta, donde las rosquillas, los dulces artesanos, los anisados y licores alegraban la juerga.
Respecto a rituales tradicionales que podríais incorporar a vuestra “Gran boda Extremeña”, siempre que sean un reflejo de vuestro estilo, estarían por ejemplo el de poner granos de arroz en el dobladillo del vestido de la novia, para que tras las nupcias se planten, y si germinan reperesentará un matrimonio fecundo y próspero, al igual que si la pareja con el padrino como maestro labriego (dificultándoles la tarea), siembra o ara unos metros de tierra, demostrando como se empeñarán juntos en gozar de un matrimonio fructífero en alegrías.
O podríamos rescatar la ya desaparecida tradición de que durante el convite se clavasen monedas en una manzana que sostenía la novia; ahora la llevaríamos al altar y en lugar de monedas serían mensajes con buenos deseos por parte de los invitados principales.
Cualquier ritual, explicado de forma sugerente y que armonice con el estilo de los novios resultará romántico a la vez que novedoso, aunque pueda ser antiquísimo.
Sólo debeis tener cuidado al salir de la ceremonia, por si algún erudito en tradiciones hace revivir la de en lugar de tirar arroz a los novios, lanzarles huevos como simbolo de fecundidad…¡hay usanzas que deben quedar en el pasado!! 🙂
La que os encantará es la de la serenata a los novios en su noche de bodas, que los amigos más resistentes intentan que dure hasta la mañana siguiente haciéndola coincidir con “la fiesta post boda”, en la que se entregan más regalos en el nuevo hogar de la pareja y recomienza la fiesta.
Esto sí es una Gran boda Extremeña!!.